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sábado, 10 de abril de 2010

Perfil de Arbitro




Fotos: 1)Renatinho Santos, quien increiblemente es árbitro desde los 12 años, uno de los mas queridos en Brazil, 2) Renatinho, Carrión junto a nuestro compatriota Reynaldo Mercedes en Beijing, y una final en la final de las Olimpiadas de Atenas.

Considerando tres factores: 1) que los árbitros actúan en la instancia más significativa del deporte, la competencia; 2) que las Reglas entregan un tremendo poder a los árbitros, y 3) que las consecuencias de sus decisiones equivocadas tienen un gran impacto, no sólo para los deportistas afectados, sino para el sistema en su conjunto, podemos definir un ideal de Juez Árbitro diciendo que toda persona que ejerza dicha función debe tratar de ser, poniendo en ello toda su voluntad e inteligencia, Sabio, Maestro, Honesto, Capaz, Imparcial, Impersonal, Justo y Sereno; y como tal debe ser reconocido por los otros componentes del sistema, si los demás no lo reconocen como árbitro idóneo, no es realmente un árbitro, ya que no basta creerse árbitro o tener el reconocimiento formal, sino que se necesita la aprobación, la aceptación y el reconocimiento del medio.

Ser Sabio, es tener un desarrollo emocional armonioso, ser juicioso y cuerdo, significa actuar sin altanería, actuar con prudencia en las competencias, tener control sobre sus emociones, conocimiento exacto de la letra y un dominio del espíritu de las reglas que se debe cumplir y hacer cumplir en el ejercicio de su función. Un árbitro sabio nunca amenaza ni persigue a un jugador, a un dirigente o entrenador, ni dentro ni fuera del ámbito de una competencia, nunca descalifica a un deportista o persigue a algún entrenador o dirigente por venganza o para demostrar su poder, es respetuoso con los jueces y con sus colegas árbitros cuando no está cumpliendo las funciones de arbitraje y está consciente que en las competencias no es el protagonista. Ser sabio significa saber escuchar a los demás y aprender de todos. Un árbitro sabio conoce y actúa siempre en su ámbito, respetando el ámbito de entrenadores y dirigentes. Un árbitro sabio sabe que las decisiones arbitrales provocan reacciones emocionales en entrenadores, dirigentes y público, por lo que reacciona con dignidad ante el natural roce que esas emociones provocan, aclara su decisión y posición con quien corresponda, olvida el hecho una vez finalizada la competencia y no lo transforma en conflicto fuera de la cancha.

Ser Maestro, lo que no significa que sea un iluminado que deba ser seguido y escuchado, sino que significa que sabe aprovechar las circunstancias que se dan en una competencia, en una reunión, en un curso o en una conversación informal, para cooperar a que cada juez se descubra a sí mismo, descubra y perciba la realidad y aprenda por sí mismo.

Ser Honesto es tener un profundo y sincero respeto por el derecho de todas las personas que participan en el juego y un sentido cabal de las limitaciones que ese derecho impone a sus propias atribuciones. La Honestidad debe existir y manifestarse en la intención y en la acción del
árbitro. Debe saber reconocer sus errores y aceptar las críticas y sugerencias de los demás miembros de su entorno, pues todos tienen derecho a aportar.

Ser Capaz, tanto física como intelectualmente, para ejercer la función que le corresponde. Una memoria frágil que olvida el texto de las reglas, la incapacidad para comprender las regla o para relacionar una disposición reglamentaria con otra, la falta de liderazgo para orientar el trabajo en
equipo, una vista defectuosa que dificulta la apreciación de una falta, unos músculos flojos que no soportan una jornada larga, constituyen formas de incapacidad para un adecuado cumplimiento de la función de árbitro.

Ser Imparcial significa actuar sin que consideraciones ajenas al espíritu de las reglas, expresado en su letra, influyan en sus decisiones. En el momento de la competencia, cuando los rivales se enfrentan para dirimir superioridades deportivas, todos ellos son exactamente iguales. A ninguno
corresponden privilegios de antigüedad, de club, de familia o de cualquier otro orden que sean ajenos a la condición propia de la capacidad deportiva, puesta en juego en el momento de la competición.

Ser Impersonal es observar el juego deportivo sin que las inclinaciones, opiniones, creencias o afectos personales influyan en la apreciación de los hechos y las decisiones consecuentes.

Ser Justo es tener una clara noción cuando una falta ha sido cometida transgrediendo la letra y el espíritu de la regla. Es evaluar si el hecho involucra un deliberado intento de obtener ventaja ilícita, si es un error técnico o una falta de destreza del jugador, si es un accidente, si es consecuencia de las condiciones del escenario de competencia o si es consecuencia del error de un juez. Ser justo es aplicar siempre el mismo criterio en una misma competencia. Ser justo es considerar en sus decisiones los objetivos del evento, el nivel de los jugadores y las condiciones de la cancha. El sentido de justicia involucra también la seguridad del árbitro de que una falta realmente ha sido cometida, saber reconocer las limitaciones humanas y los errores cometidos por él o por algún miembro de su equipo. Ser justo es tener conciencia que debe juzgar a los competidores no a las reglas.

Ser Sereno significa analizar con calma cualquier situación que deba resolver. Significa saber escuchar las razones de las personas autorizadas para darlas o que crea útiles para ayudarle a resolver. Ser Sereno significa observar sin apasionamiento y excesiva premura los diversos aspectos de una situación, teniendo en cuenta las disposiciones reglamentarias y los derechos de cada cual. Ser Sereno significa tomar decisiones sólo una vez analizadas todas las circunstancias y no actuar influenciado por las presiones de delegados, jueces o público. Ser Sereno significa no alterarse cuando un jugador, el público, un entrenador o un delegado reaccionan agresivamente por una decisión u otra situación conflictiva.

Además, un árbitro tiene que estar satisfecho con su vida familiar, personal y laboral y no buscar en la función de juez deportivo la satisfacción de frustraciones o ambiciones personales.

El árbitro es una persona respetable y por lo tanto debe respetar a los demás, respetarse a sí mismo y exigir se le brinde respeto. Un árbitro no lo es sólo los fines de semana, cuando participa en una competencia, ser árbitro implica aportar al desarrollo del baloncesto, contribuyendo con sus conocimientos y experiencias, promoviendo la incorporación de nuevos jueces, incentivando la práctica del deporte con sentido agonístico, estudiando e investigando para ser cada día mejor, haciendo esfuerzos para superar sus deficiencias personales y velando siempre por el desarrollo de las competencias en un ambiente en que impere el fair play, el juego limpio.

Autor: Jorge Burgos Espinosa, (adaptado por Joel Vargas Pérez)

Curso Iniciacion Arbitros y Anotadores






En la primera semana del pasado mes de Marzo se realizo el primer curso de iniciacion de arbitros y anotadores de baloncesto correspondiente a la nueva directiva de Codaabal, en el mismo fue notoria la asistencia de jovenes de ambos sexos interesados en las dos ramas tecnicas; este curso fue impartido por el Lic. Jose Berroa, presidente de Codaabal y ademas arbitro Fiba con amplio conocimiento de las reglas y su debida aplicación, y asistido por Leoncio Manzueta y Emmanuel Rodriguez.

Luego de terminada las 3 semanas de instrucción se realizo un examen evaluatorio, ademas de teorico, y un brindis con la directiva y los iniciantes, Felicidades a todos y que puedan dar frutos en los proximos torneos.

sábado, 3 de abril de 2010

CUANDO EL PARTIDO SE DECIDE EN ULTIMO MINUTO


Por: Fernando Garzón),14 Septiembre-2009.

Imaginemos un partido que entra en su último minuto con un marcador
empatado. Uno de los equipos, no importa si el local o el visitante, ha sido
advertido con anterioridad para que los acompañantes de equipo situados en el
banquillo no se levanten a protestar o celebran las buenas acciones de sus
compañeros saltando en demasía o incluso entrando en la pista un metro. Pues
bien, en esos instantes decisivos un jugador de ese equipo logra convertir un
lanzamiento de tres puntos. Obviamente, todo el banquillo se levanta brazos en
alto, celebrando esos puntos cruciales, incluso entrando varios componentes
medio metro en la cancha. Como árbitro, ¿sancionarías una falta técnica al
banquillo por ese comportamiento, teniendo en cuenta que ya habían sido
advertidos?

Habrá quienes digan que SI, pues los árbitros han de hacer cumplir las
reglas, más aún si ya se ha amonestado este comportamiento. Otros dirán que
NO, que dicha reacción es algo lógico en el fragor del encuentro. Algunos
argumentarán que la decisión del árbitro no decide el partido, sino que son los
propios componentes de ese equipo quienes se lo han buscado. Otros, por el
contrario, acudirán al espíritu de las reglas y a la lógica y al sentido común que
rigen por norma general nuestros comportamientos sociales.
Obviamente, pueden darse casos muchos más dramáticos que todos
queremos evitar. Todos los finales de partido apretados tienen algo en común:
cuando el reloj baja inexorablemente, las emociones fluyen con mucha facilidad,
jugadores, entrenadores, seguidores… todos ellos entran en un estado de
tensión especial, con las connotaciones propias del papel que desempeña cada
uno de ellos. En alguna ocasión he oído a jugadores y entrenadores decir que el
resultado no es un asunto de vida o muerte, sino que es más importante aún.
Cualquier decisión que adopte el equipo arbitral, ya sea una pitada o una no
pitada, se verá como decisiva para el desenlace.

Si lo pensamos con serenidad, sabemos que no es así: las decisiones de
los árbitros en estos instantes finales no deciden el ganador, sino que este es
una suma de las decisiones tomadas hasta entonces y, sobre todo, aunque
suene a Perogrullo, de los puntos conseguidos por cada equipo. Existen
estadísticas que muestran que el equipo con mejor porcentaje de tiro gana en el
85% de las ocasiones y, otro dato interesante, que el 68% de los equipos
vencedores ha cometido más faltas que su rival. Obviamente, estos fríos datos
se diluyen en el momento final de un encuentro ajustado. Sin embargo, sí es
cierto que los árbitros deben adoptar decisiones que en ocasiones resultan
determinantes… o así son vistas.

A los árbitros les ocurre como a los jugadores: hay algunos que tienden a
evitar las responsabilidades del minuto final. Los buenos árbitros poseen la
capacidad de adoptar la decisión correcta en situaciones apretadas y, lo que es
más importante, creen en sus decisiones con convicción. Es fundamental que el
árbitro permanezca sereno, controlando la situación y que muestre consistencia
con el fin de aguantar la presión del último minuto. Veamos estas tres
características fundamentales.

SERENIDAD
El árbitro no ha de mostrar signos externos de presión, nerviosismo o
excitación, sino que ha de transmitir una imagen de completa serenidad, aunque
el corazón esté latiendo a un ritmo frenético. Eso lo sabe él, nadie más. Sentir el
juego no implica gesticular, hacer un uso excesivo del silbato, transmitir tensión.
No hay que añadir más leña al fuego propio de estos instantes finales. ‘Cabeza
fría, corazón caliente’. Y esta capacidad de mantenerse sereno puede ser algo
innato a una persona o también puede trabajarse paulatinamente. Normalmente
la experiencia es un grado en estas lides, pero no podemos agarrarnos
únicamente a ella, hay que trabajarlo día a día, partido a partido. Y siempre con
el hándicap añadido del esfuerzo físico desplegado a lo largo de los minutos
precedentes. El oxígeno ha de llegar al cerebro.

Los árbitros han de esforzarse en conseguir evitar cualquier distracción y
centrarse únicamente en lo que tienen entre manos: el partido. Distracciones
que bien pueden ser externas (tensión de los participantes, presión del
público…) o internas. Con el paso del tiempo, parece que las distracciones
externas han conseguido dominarse casi por completo. Pero ¿ocurre lo mismo
con las internas? Esos pensamientos que a veces recorren nuestra cabeza, que
provocan distracciones fatales, que hacen que no estemos completamente
centrados en el juego, jugadas o decisiones que vuelven a nuestra mente como
si quisieran cegarnos o dificultarnos el buen juicio. He ahí el trabajo que hay que
realizar: conseguir tener bien encerrados esos pensamientos, esas ráfagas que
en ocasiones acuden a la cabeza, y sólo permitirlas salir una vez finalizado el
partido, con el fin de analizar nuestro trabajo. Esto también se entrena, con
concentración y confianza en nuestras posibilidades, transmitiendo a los demás
que no es algo nuevo, que estamos acostumbrados a un final apretado, que no
nos afecta en nuestra capacidad de trabajo.

CONTROL
El árbitro tiene que conseguir que, al final de un partido, este ya esté
controlado. Pero no sólo el partido, sino que sus emociones también deben
estar bajo control. Hay que interiorizar y asimilar que una falta o una violación en
el último minuto tiene la misma importancia que en el inicio, aunque no nos lo
parezca, especialmente por la repercusión que puede tener. Sin embargo,
nosotros debemos ser conscientes de este hecho y adoptar las decisiones
finales con la misma calma y seguridad en ellas que la mostrada en los minutos
precedentes. En ocasiones, la credibilidad en una decisión final se ve mermada
por la manera en que la adoptamos.

¿Cómo conseguir controlar nuestras emociones? Cada maestrillo tiene su
librillo, pero algunas de las más empleadas son:
• Respirar profundamente y hablar con uno mismo en los momentos
de balón muerto.
• Aprovechar los tiempos muertos para afianzar la confianza del
equipo arbitral.
• Visualiza, cuando el juego se ralentice o detenga, las posibles
jugadas o puntos de conflicto para estar ya preparado.
• Aprovecha los segundos de descanso para pensar en positivo: no
es la primera vez que te ves en una de estas.
• Pero recuerda poner en práctica estos (u otros) consejos cuando
no afecte al desarrollo del partido: tiempos muertos,
sustituciones, congelado…

CONSISTENCIA
Podemos definir la consistencia como la uniformidad en la toma de
decisiones: lo que antes era punible, ahora también lo es. Lo contrario a la
consistencia son las decisiones extrañar, fuera de lugar, que están en
disonancia con todo el trabajo anterior. Decisiones que no se entienden.
Mantener la línea de arbitraje sin vaivenes. A veces los entrenadores piden a los
árbitros que no adopten decisiones que decidan el partido. Sin embargo, si no
se toman, también pueden inclinar la balanza. Las decisiones hay que tomarlas
con coherencia, consistencia, sentido común y lógica. Si tenemos este punto
claro y creemos en nosotros mismos, una decisión lógica, consistente y
coherente es la única que un buen árbitro puede adoptar. Sin injerencias,
externas o internas (nuestra cabecita a veces nos juega malas pasadas),
siempre dentro de la línea marcada, con coraje y sentido común.
La consistencia es la clave de un buen arbitraje. Un árbitro, tras
establecer y marcar desde el inicio la línea que se va a seguir, debe
mantenerse firme, siempre con la capacidad de identificar qué está ocurriendo
sobre la pista, qué fase está atravesando un partido, qué es lo más necesario
para el buen devenir del encuentro.

Obviamente, no todo el mundo estará satisfecho tras el bocinazo final. En
ocasiones incluso se nos recriminará amargamente nuestra labor. Pero si
nosotros estamos convencidos de haber obrado bien, siguiendo las pautas
marcadas por el reglamento, las interpretaciones y el sentido común, estas
situaciones nos servirán de experiencia, de crecimiento personal y deportivo. Si
tenemos la conciencia tranquila porque hemos dado el máximo, porque hemos
trabajado con convicción, porque hemos intentado llevar a cabo nuestra labor
con el mayor respeto hacia el baloncesto, podremos dormir tranquilos. Y al día
siguiente, sólo nos queda analizar nuestro partido, buscar puntos de mejora y
hacer uso de todo lo vivido para ser aún mejores árbitros,

El árbitro que necesita el baloncesto de hoy

Lunes, 15 de Febrero de 2010 20:02

Miguel Ángel Pérez Niz - Francisco Javier Afonso Castillo

Generalmente se comenta, y no sin razón, que aquel que no tiene una pizca de ambición o la pone en sus actividades tanto laborales como deportivas, no aparenta tener proyecciones de futuro; y en el arbitraje suele ocurrir. El error está en que cuando no se consigue un objetivo deseado nos sentimos frustrados, y este sentimiento nos invade y lo hacemos patente en nuestra forma de arbitrar. Cuando estamos inmersos en el inicio de una nueva temporada sería bueno recordar ciertos caracteres y matices para diferenciar a un buen árbitro que no se deja arrastrar por la falta de ambición:
Confianza en nosotros mismos
La mayoría de las veces es un elemento que juega en nuestra contra, pues arriesgamos innecesariamente hasta un límite, sin saber a ciencia cierta los recursos de los que disponemos.
Mejoras en las instalaciones
Nos encontramos con buenas instalaciones deportivas en las que, por regla general, es muy cómodo arbitrar y, sin embargo, nos relajamos inusualmente.
Entrenadores preparados
Los entrenadores demuestran tener una mejor preparación y conocimientos de las reglas de juego, lo que les permite el uso de tácticas desestabilizadoras, que muchas veces no sabemos evitar.
Todos los partidos merecen el mejor arbitraje
Por ello, es positivo acertar plenamente el medio de conducción del mismo.
Preparación psicológica
Muchos árbitros hacen alardes de preparación físico, pero ¿Estamos preparados psicológicamente para el desgaste que supone un partido?


Confianza
El equipo arbitral tiene que demostrar desde un primer momento que existe confianza, es un trabajo de dos árbitros con la colaboración de los oficiales de mesa.
Serenidad
Tenemos que aparentar serenidad, y evitar el reflejar con los gestos de la cara un estado emocional determinado.
Sana ambición por mejorar
Se ha de procurar no caer en la desidia de arbitrar por arbitrar, ya que he alcanzado una meta: lo difícil es mantenerse.
Elegancia del cisne
Se ha hablado muchas veces de la "elegancia del cisne", el árbitro debe demostrar flexibilidad en los gestos, mantener posturas adecuadas, su colocación no tiene matices abruptos,...
Contactos incidentales
Metidos de lleno en el devenir del partido, hay que tener muy claro que el público paga por ver un espectáculo que cuando menos interrupciones tenga, mejor: sancionar sólo lo que influya en el juego.
Buenas colocaciones
Si no estamos bien colocados, difícilmente podremos juzgar una acción que no hemos visto con claridad.
Inventar situaciones

Cuando estamos un periodo de tiempo sin intervenir en el partido, inventamos situaciones para ganar protagonismo y para demostrar que estamos allí; esta idea hay que desecharla de la imaginación.
Impulso del instinto
En ocasiones hay que reprimir el impulso del instinto, que nos lleva a tomar decisiones erróneas, y en otros casos a cobrar el deseo de cancelar deudas con jugadores o entrenadores como si de un ajuste de cuentas se tratase. Después de haber tomado una decisión, hemos de borrar de inmediato esa sensación de nuestra imaginación y volvernos a centrar en la próxima situación que ocurra.
Mantener siempre el autocontrol
No debemos permitir que nadie intente dirigir nuestra forma de actuar: hemos tomado una responsabilidad y con ella llegaremos al final.
Sencillez
En todas las situaciones hay que actuar con sencillez y bondad manteniendo u grado supremo de autocontrol básico para llevar a buen fin el partido.
Buenas personas
Quien quiera ser buen árbitro, antes debe ser buena persona y poseer también un buen carácter, un buen afianzamiento en las reglas de juego, estar siempre abiertos a las sugerencias tanto de los técnicos de arbitraje como de los propios compañeros, mantener una preparación adecuada (físicamente hablando), y actuar siempre con mucha astucia, que es la base de una buena experiencia.
Análisis final
Cuando acabe el partido, hacer un análisis realista y objetivo basado en nuestra conciencia, sin que nos preocupe el porvenir de un futuro que se hace presente en otro partido, que merece todo nuestro interés y dedicación.
Como final se detallarán los factores que, interrelacionados, resume nuestro arbitraje:
Factores deportivos-arbítrales

•Condición física
•Código de juego
•Cooperación
•Conocimiento del juego
•Conocimiento mecánica arbitral
•Conocimiento psicológico
Factores personales

•Factor X: Talento natural
•Factor Y: Actitud
•Factor Z: Suerte